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Instrumentos musicales

Instrumentos de viento

Instrumentos de cuerda: Las maderas

Las maderas

En este grupo figuran los instrumentos siguientes: La flauta, el flautín, el pífano y el caramillo.

La flauta que se usa en las orquestas modernas fue perfeccionada por Teobaldo Böhm, nacido en Munich en 1794. Se le llama flauta travesera porque se sostiene transversalmente ante la boca del ejecutante, quien proyecta una corriente de aire a través de una abertura practicada en el costado, cerca de un ex­tremo, que está cerrado. Sobre los orificios del tubo de la flauta —por lo general, catorce— hay llaves y agujeros que el ejecutante maneja con los dedos de ambas manos.

Las flautas figuran entre las «maderas» de la orquesta, aunque hoy se hacen de plata. Por lo general, hay dos flautas y un flautín que toca en una octava más alta que la flauta propiamente dicha, siendo la voz más aguda de la orquesta.

Otra flauta pequeña es el pífano, un tubo pequeño de sonido agudo, que recuerda al flautín y se usa con el tambor en la banda militar. El caramillo o dulzaina pertenece también a la familia de la flauta; es flauta dulce (de ahí el nombre de dulzaina), pero no se mantiene de través, sino que tiene la embocadura en un extremo y en forma de boquilla. Se usa en ciertas regiones, para la música bailable, pero carece de importancia en la orquesta.

La flauta tiene un alcance de tres octavas, se combina bien con los demás instrumentos y, lo mismo que el violín, su sonido puede ser alegre o triste. Su tono es muy dulce. La flauta mágica de Mozart se escribió sobre la base de ese instrumento; se lo oye también a través de toda la ópera Carmen de Bizet. A Beethoven le gustaba, y en sus sinfonías incluyó muchas partes para flauta. También compuso una serenata para flauta, violín y viola. Haydn escribió dos tríos para dos flautas y cello.

El oboe pertenece a las «maderas» de la orquesta y es el instrumento más agudo, es decir, el que tiene los tonos más altos de todos los de su familia. En los pasajes rápidos puede ser frivolo, pero también suele sonar de modo quejumbroso, melancólico, muy penetrante y que, cuando se ha oído una vez, resulta inolvidable. El oboe es un tubo pequeño de madera, de unos 60 cm. de largo, que lleva en su extremidad superior un tudel que remata en una boquilla. Se ensancha un poco hacia el pabellón, es decir hacia el extremo inferior abierto. Los orificios del tubo están provistos de llaves. Este instrumento tiene un alcance de dos octavas y una quinta. Las orquestas tienen por lo general dos oboes.

Otros miembros de la familia del oboe son el «corno inglés», que es una quinta más bajo, y el fagot, que es el miembro bajo de la familia. Haydn, Mozart, Bach, Händel, Weber y muchos otros grandes compositores han escrito música para oboe. Beetho­ven gusta particularmente de este instrumento, el cual se puede oir en su ópera Fidelio, en su música religiosa y en sus sinfonías.

Toda la familia del oboe está formada por instrumentos de embocadura, es decir que el ejecutante sopla por una embocadura de uno o dos estrangules, en vez de hacerlo por una boquilla en forma de copa, como en los metales. Los estrangules se hacen del tajo de una planta que crece en el sur de Europa, especialmente en Francia.

El corno inglés: Desciende de un viejo instrumento, la gaita y no es es en realidad un corno, sino el miembro de la familia del oboe correspondiente al contralto. Es una quinta más bajo que el oboe y tiene un tudel algo curvo para poder tocarlo mejor. Su tono, más pleno y rico que el de aquél, es bello y penetrante y de carácter muy romántico. Wagner usa el corno inglés al comenzar el tercer acto de Tristón e Isolda, y Dvorak para el exquisito lento del comienzo de su Sinfonía del Nuevo Mundo.

El fagot es el instrumento más bajo de las maderas y el más grave de la familia del oboe. Es un tubo muy largo, pero doblado sobre sí mismo, de modo que su longitud se ve reducida a poco más de un metro con veinte centímetros. Es tan pesado que hay que sostenerlo con una correa ceñida en torno del cuello del ejecu­tante. La embocadura es de un estrangul y va al extremo de un tudel que parte de un lado del instrumento. Al tocar, la mano izquierda del ejecutante está al nivel de su pecho y la derecha mucho más abajo. Los italianos lo llaman fagotto, palabra que significa haz de leña, con cuya forma guarda cierta semejanza.

El fagot doble o contrafagot es el instrumento más bajo de la orquesta. Consiste en un tubo cónico que mide unos 5,30 metros y está doblado sobre sí mismo. Este intrumento rara vez se usa, Gluck, Haydn, Mozart, Bizet y muchos otros escribieron partes para fagot en sus obras orquestales, y Beethoven tiene solos para fagot en sus sinfonías. La orquesta de hoy tiene por lo general dos fagotes y un doble fagot, un instrumento mayor, que toca en una octava más abajo.

El fagot es instrumento apto para expresar situaciones cómicas: Mendelssohn lo usa en Sueño de una noche de verano para acompañar el rebuzno de Bottom. Mozart compuso una sonata para fagot y cello. Un escritor ingenioso ha dicho: «El papel principal del fagot es ser el payaso de la orquesta. Su voz dura, seca, algo tensa y entre seria y cómica, es irresistible cuando realiza sus ágiles y graciosos cambios de tono.» Pero el fagot se combina bien con los demás instrumentos, y sus notas altas se parecen mucho a la voz humana.

El clarinete fue inventado en 1690 por Juan Cristóforo Denner, de Nuremberg, y Mozart fue el primero de los grandes composi­tores que le asignó un papel importante en la orquesta. Aunque suele hacerse con otros materiales, por lo general es un tubo de madera con veinte orificios. Tiene una lengüeta ajustada a la boquilla; en el otro extremo del tubo hay un «pabellón», nombre que se da a la parte acampanada de los instrumentos de viento. El hueco o ánima del tubo es cilindrico, mientras que en el oboe se ensancha volviéndose cónico, dando así un tono distinto.

El clarinete tiene una extensión de tres octavas y una quinta y su característica radica en el hecho de que sus distintos registros —es decir los grupos de notas bajas, medias y altas— producen diversos efectos musicales. Ningún otro instrumento de viento tiene una extensión tan grande ni tanta variedad de tono. En general, su sonido es rico, tierno y romántico.

Hay varios miembros en la familia del clarinete: el pequeño clarinete, que Berlioz, Wagner y Saint-Saéns usaron en la música sinfónica; el clarinete bajo, que suena en una octava más baja que el clarinete propiamente dicho y se oye en Tristan e Isolda, y clarinete tenor, con llaves bajas adicionales, usado por Mozart, pero que ahora sustituye el clarinete contralto. Tanto el clarinete bajo como el contralto están curvos en el extremo.

Para el clarinete se ha escrito mucha bella música. La Sinfonía en mi bemol de Mozart suele ser llamada la sinfonía del clarinete; Weber amaba ese instrumento y ha escrito hermosos pasajes para clarinete en la obertura de Der Freischütz y en la de Oberón.

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